lunes, 25 de abril de 2011

El juego

Los gatos no necesitan salir para ser felices, incluso vivirán más años si no salen de casa, aunque debemos preocuparnos por su entretenimiento, dejando juguetes (tipo caña de pescar, bolitas, cajas de cartón, rascadores con  distintos niveles…etc)

Si nuestro gato no dispone de juguetes o de que dediquemos tiempo a jugar con el se aburrirá y pasará el día durmiendo, nos despertará por las noches o engordará.

Si tu casa tiene ventanas (siempre cerradas) podrán  mirar a través de los cristales lo que pasa en el exterior, durante horas.

El maullido no siempre es por comida, también es un reclamo para que le prestemos atención.

Los gatos suelen morder nuestras manos para jugar, evitemos este comportamiento proporcionándoles un juguete para que muerda en vez de las manos. Los peluches les encantan y actúan igual que si fueran sus hermanitos, mordiéndolos y abrazándolos.

Para iniciarlos a jugar y rascarse las uñas, con el rascador, podemos nosotros rascar haciendo ruido, entonces no tardará en hacerlo el mismo.

Hay que tener en cuenta que les encantan los niveles, por lo que estará encantado en un apartamento pequeño pero que tenga diferentes alturas para subirse o recovecos para explorar, mejor que si  vive en un lugar más grande pero totalmente diáfano.

Si queremos sacarle por nuestro jardín, o a un parque (tranquilo sin perros) podemos utilizar un arnés especial para gatos, nunca de perros pues se podrá escapar del arnés, al no ser el idóneo.

Si tenemos jardín es importante dejarlo encerrado dentro de casa, sin  salir al jardín hasta que pase al menos un mes y cuando, pasado ese tiempo, salga , supervisarlo en sus primera salidas. Lo mismo tenemos que hacer cuando nos mudemos a otra casa.

 El gato tiene que comprender que ese es su nuevo territorio por lo que necesita tiempo, sino tenderá a escapar o huir para buscar su antiguo territorio o casa.

Debemos de tener en cuenta que los gatos que salen al exterior corren muchos más riesgos que los que viven en el interior de las casas.

Normalmente son víctimas de atropellos, ataques de perros, envenenamientos, peleas con otros gatos, riesgo de enfermedades, quedarse encerrados en algún sitio o casa, incluso personas desaprensivas que odian a los gatos.